“Mi ñaña, ayúdame, me van a matar. Ayúdame, estoy secuestrado. Paga, ñaña, lo que te piden…”. Quien llamaba colgó. Por un segundo, Rosita pensó que se trataba de una broma de mal gusto. Sin embargo, luego le llegó un video al celular que mostraba una escena escalofriante: su hermano arrodillado, con las manos atadas y la cara ensangrentada, recibiendo patadas de varios individuos enmascarados. Los rostros de los secuestradores estaban cubiertos, pero la violencia era evidente. Un grupo de 31 […]